Compartir momentos de enojo, de felicidad, de dolor, no sólo se permite entre las personas más
cercanas a nosotros, pero sólo ellos tienen la posibilidad de entender nuestras
reacciones y asociarlas a nuestra personalidad.
En ocasiones al platicar con los amigos o la familia pueden
hacer notar la que en su opinión es nuestra forma de ser, y creemos en su
descripción o al menos tiene sentido lo que dicen.
Por algún motivo comencé a cuestionar a mi personalidad,
pensaba que coincidía mucho con lo que otros dicen que soy y de pronto se
sentía ajena a mí, creí estar perdida en mis emociones porque aparentemente no
era yo y eso me daba vergüenza, me estresaba no estar segura de que mi reacción
no resultará ser la que “yo” tendría, la correcta.
Da pena ser yo, no es avergonzarme de mí, me refiero a que
“ser yo” es ser como nace ser, mis acciones deben darse porque siento que debo
actuar así, mis reacciones no tienen que entrar en un adjetivo…es sólo que
curiosamente quedan bien.
Pero lo inusual es tener repentinas intenciones de actuar de
una manera que no concibo, eso que estaría fuera de las cualidades que me
describen, que me han descrito por tanto tiempo que no logro estar cómoda y se
siente como un exceso, como cruzar un límite. No debería dar miedo reaccionar de
forma inesperada, el problema es que lo que se siente es vergüenza.